Ana.
Noche cerrada, esperando a oír otra vez el rugir de los
coches y sentir el calor de los motores. Alrededor de aquella alta montaña se
veían miles de luces de edificios, casas, tiendas pero en la montaña había un
silencia sepulcral y solo vislumbraban las caras de algunos de los fans al ser
iluminados por su móvil.
Miraba el reloj cada 10 segundos aproximadamente. Estaba
nerviosa. Ya había corrido en estas carreras y había vivido muchas como
espectadora pero nunca había sido la chica que esperaba impaciente a su que su
chico terminara de correr sano y salvo. A él le encantaban pero no se había
decidido a dar el paso de correr en ellas hasta ahora, siempre soltaba el mismo
rollo de que eran peligrosas e ilegales, pero a mi eso me dio igual cuando
empecé en esto pero desafortunadamente no todo siempre sale perfecto y yo ya
había dejado de correr en las carreras. Cuando me anuncio el propósito de
correr pensé que era una venganza para que viera lo que se sufría al tener a la
persona que mas quieres arriesgándose por diversión, pero luego comprobé que
realmente quería probarlo.
Al fin se oyó el rugido de motores y el olor a gasolina. El
primero en salir era un chico de la zona poco conocido y a dos minutos saldría
el, Toni, que no era desconocido del todo pues durante el tiempo que corrí él
era mi mecánico y consejero. Al salir, el coche patino suavemente en el asfalto
húmedo, el rugido del lancia delta integrale evoluzione era algo sin igual, la
tierra retumbaba a su paso y casi se podía sentir como cortaba el aire al pasar
cerca.
Me volví a los improvisados boxes, que eran el maletero de
mí evo 8, allí me senté dentro del coche
junto a Cristian que estaba bebiendo cerveza, Tania estaba fuera hablando por
teléfono. Me cogí una cerveza de la bandeja del coche y pose el móvil en mi
rodilla pues para enterarme de algo de la carrera seria fundamental. Había
calculado de tardaría en bajar y subir unos 10 minutos si pisaba a fondo el
coche así que miraba el reloj impaciente:
-Joder, deja de mirar el reloj que me pones de los nervios
Ana
-Lo siento es mi novio, no puedo evitar preocuparme
-Déjala en paz Cristian y llama a mi padre que me colgó
enfadado
-¿Qué paso ahora?
-Pues que dice que no voy a dormir nunca a casa
-Normal tienes la tuya propia, anda trae que le llamo y le
tranquilizo
Tania ocupo el lugar de Cristian mientras este salía del
coche. Me miro con preocupación la cara y me dijo “no le pasara nada” asentí
por hacer algo porque ni si quiera estaba muy atenta a lo que me rodeaba mas
bien quería que se terminase ya esa maldita tortura y que volviese sano y
salvo.
Finalmente pasaron los 10 minutos y allí apareció,
aparco al lado de mi coche y me vino a dar un abrazo y un beso, no sin antes
bromear diciéndome que estaba blanca como un cadáver y hacerme cosquillas para
que pusiera buena cara. Ahora solo tendríamos que esperar a que
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